Forzado a cambiar su antiguo apodo -Final Fantasy- por conflictos de copyright con los autores del videojuego del mismo nombre; Owen Pallett, hasta ahora más conocido por ser el arreglista de cuerda elegido por muchas bandas indie, encontraba su voz propia como artista y componía un álbum que se equiparaba en calidad a los de los ilustres artistas con los que ha colaborado. Un disco de pop barroco sin mácula, tan emocionalmente rico como por momentos majestuoso, que ha elevado a Pallett hasta el rango superior entre los favoritos de la blogosfera.