Acabada la época de los premios con los Oscars como colofón, comenzaban a llegar tímidamente a la cartelera londinense las películas de la nueva temporada. Las primeras producciones estrenadas este año compartían un común denominador: la mayoría pertenecen a la pedrea de la temporada pasada –aquellas que se concibieron originalmente para optar a premios y galardones, pero cuyos resultados no propiciaron el gasto que la costosísima campaña promocional para premio conlleva-; otras pocas se habían quedado en el tintero de la distribución. Nuevos blockbusters en 3D y alguna que otra sorpresa documental completaban la oferta cinematográfica durante el mes de marzo.
Nuestra película favorita del mes pertenecía a esta última categoría. “Exit Through The Gift Shop” (‘Salida por la tienda de regalos’), el documental que en teoría se le dedica a la obra del conocido artista callejero Británico Banksy, pero que el mismo artista convierte muy inteligentemente en una crítica mordaz al modo en que se mueve y promociona el arte en nuestros días. Para ello cuenta la historia de un obseso de la grabación en video que comienza a filmar a varios conocidos exponentes del street art, lo que le conduce a conocer a Banksy , quedando tan impresionado que se auto-transforma en uno de ellos con el apodo de ‘Mr. Brainstorm’.
El modo en que prepara su exposición de arte “a granel’ en Los Angeles y el gran éxito en el que se convierte gracias al hype con que la prensa lo lanza resulta tan ridículo como fascinante – La misma Madonna le contrató para diseñar la portada de su último disco recopilatorio. Al final del documental, seguimos sin saber mucho sobre Banksy, quien conserva su misterio y su celosamente protegida identidad, pero tenemos un verdadero filón de cínicos motivos para la reflexión sobre el arte actual.
Todo lo demás que hemos visto durante el mes no le hacía sombra a Banksy y sus combativos puntos de mira. Desde el mundo de los autores internacionales, la argentina apadrinada por la productora de Almodovar Lucrecia Martel presentaba su tercer trabajo ‘La Mujer Sin Cabeza’. Martel muestra siempre señales inequívocas de estilo personal, entre ellas una excesiva utilización del silencio que lamentablemente suele rozar a menudo la inducción al bostezo. ‘La Mujer Sin Cabeza’ parte de un interesante misterio cotidiano cuando la protagonista nota que ha atropellado algo con el coche, pero aturdida por el shock continúa su camino. La desaparición de un muchacho local, le lleva a pensar que ha podido ser su víctima. Sus nebulosos altibajos anímicos; el sentimiento de culpa y la incertidumbre ante lo que de verdad ocurrió, mostradas con minimal economía descriptiva, sólo sirven de esbozo para lo que podría haber sido un excelente estudio psicológico; aún así sus logros superan a sus carencias.
Dos pesos pesados de la industria lanzaban sus últimos trabajos, tras ver aplazada su fecha de estreno hasta el nuevo año, arrebatándoles así la oportunidad de optar a Oscars. Los resultados finales demostraban que no hubieran tenido muchas posibilidades: Martin Scorsese con la adaptación de la obra del escritor favorito de Hollywood Dennis Lehane ‘Shutter Island’, cambiaba de registro con este trabajo menor en el que la buena factura del director no logra contrarrestar lo limitado de la historia. El excelente reparto y el habitual cuidado de hasta el último detalle, sin embargo, la convierten en un entretenido, si bien algo previsible thriller.
Algo más decepcionante, Paul Greengrass volvía a meterse por derroteros de denuncia política en ‘Green Zone’, basada en la irregular manera en que se declaró y transcurrió la guerra de Iraq y la falsificación de pruebas sobre las supuestas armas de destrucción masiva. La factura del director y el impactante modo en que rueda sus escenas sigue patente, pero el recurrir a una estrella de Hollywood como Matt Damon, en el papel de típico héroe americano de moral inquebrantable dispuesto a llegar a la verdad, le restaba gran parte de credibilidad al proyecto; al que le llovían comparaciones –no muy favorables- con la trilogía de Bourne, en la que actor y director ya trabajaran juntos.
Entre las sorpresas más inesperadas, la penúltima adaptación de comic, ‘Kick-Ass’, que está resultando controvertida por sus muy violentos y mal hablados personajes. El filme está dirigido por el británico Matthew Vaughn – antiguo productor de ‘Lock, Stock and Two Smoking Barrels’ – y cuenta la historia de unos cuantos superheroes aficionados. Sobre el papel, no parecía muy prometedora, pero resulta totalmente convincente como divertido entretenimiento, gracias a un buen guión lleno de trucos dignos de Tarantino.
Y en Europa, Jean-Pierre Jeunet, el aclamado director de ‘Amelie’ y ‘Delicatessen’ volvía tras una larga pausa a hacer una vez más la misma película que hace siempre, con la misma troupe de perdedores; artistas circenses; contorsionistas y demás habituales entregados a otra historia de ingeniosas entretelas y maquinaciones de tebeo, en la que los malos a batir son los corruptos jefes de una corporación dedicada a la fabricación de armas. ‘Micmacs’ ha dividido la opinión de crítica y público y desde luego no se acerca ni de lejos a anteriores clásicos de Jeunet; pero quizás porque hacía mucho que no veíamos una película suya y por la escasez de oferta digna, a nosotros no nos ha disgustado.
En el reverso tenebroso de la actualidad cinematográfica, la decepcionante versión de ‘Alicia En El Pais De Las Maravillas’ de Tim Burton. Taquillazo impresionante gracias al gran apetito del publico por la novedad 3D; pero notable traspiés artístico en el no se salvan ni el guión –basado en la segunda visita de Alicia, para evitar la parte de la historia que todos conocemos-; ni la espantosamente barroca y desconjuntada dirección artística en la que parece que cada personaje; cada escena y cada decorado van por su lado sin encontrar nunca la armonía; ni el reparto en el que particularmente decepciona un Johnny Depp abusando de nuevo de su predilección por un acento Británico que no termina de perfeccionar.