Grizzly Bear se tornan sinfónicos en el Bárbican

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Las ambiciones clásicas de los miembros de Grizzly Bear nunca han sido un secreto. El cuarteto de Brooklyn ha manifestado en varias ocasiones que muchas de sus canciones son compuestas con la idea de tocarlas acompañados por una orquesta. Anoche tuvieron ocasión de poner sus ideas en práctica, acompañados por la London Symphony Orchestra, dirigida por Jim Holmes en el Barbican londinense.

Tras el éxito obtenido con su tercer trabajo, “Veckatimest”, La banda formada por Ed Droste y Daniel Rossen, en colaboración con el arreglista Nico Muhey – quien ya trabajó con Björk y Antony Hegarty – deslumbró a una audiencia entregada que llenaba el auditorio.

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Dicha colaboración dió sus primeros frutos el pasado Mayo, cuando Muhey arregló una selección de canciones para presentarlas junto a la Filarmónica de Brooklyn y ahora cruza el Atlántico, otorgando un mayor papel a la parte orquestal, para no solo servir de embellecimiento, sino ayudar a expandir la esencia de las composiciones del grupo.

El concierto comenzaba con teloneros de lujo, St. Vincent, el proyecto de Annie Clark, antigua miembro de Polyphonic Spree, presentando la peculiar mezcla de raices folk, jazzy e indie de su debut para el sello 4AD, “Actor”.

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Grizzly Bear no defraudaron las enormes expectativas que el proyecto ha generado. La intima e introspectiva belleza de sus temas encontraba un perfecto apoyo, a veces mínimo -sus recientes singles “Two weeks” o “While you wait for the others”- y otras espectacular, complementando las armonías de los cuatro miembros del grupo; como en su celebrado single “Knife” que recordaba a la soleada psicodelia de Brian Wilson o en su versión del clasico de The Crystals “He Hit Me And It feels like a Kiss”, ejemplo de muralla de sonido que Phil Spector otorgaba a sus producciones y convertida aquí en monumental muralla sinfónica.

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(Pictures by Jellybeanz)